NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS, NI PUEBLO QUE LO RESISTA
El exdictador Alberto Fujimori ha muerto, dejándole al Perú un execrable legado. En 2009 fue sentenciado a 25 años de cárcel por las masacres de La Cantuta y Barrios Altos y también por corrupción, y aún tenía pendiente cuentas con la Justicia por la masacre de Pativilca, las esterilizaciones forzadas de 217 mil campesinas indígenas, etc.
Durante la década infame de su dictadura (1990-2000), no solo perpetró crímenes de lesa humanidad (homicidios calificados, asesinatos, torturas y secuestros), sino también crímenes contra la patria, al instaurar a sangre y fuego un régimen neoliberal cruento y corrupto, siguiendo las líneas directivas del Consenso de Washington. Con este nefasto modelo, aún vigente en el Perú, Fujimori destruyó el Estado y sus frágiles instituciones, privatizó empresas estratégicas de la nación, precarizó el empleo y facilitó despidos masivos de empleados que pasaron a engrosar la economía informal para sobrevivir, sentó las bases de una corrupción estructural sin precedentes, promovió la desigualdad e instauró la miseria planificada aumentando la desnutrición y la anemia a niveles escalofriantes, dejando al país con un 0% de crecimiento y un 53% de pobreza. En fin, la dictadura de Fujimori terminó de empobrecer y envilecer a la compleja (y acomplejada) sociedad peruana en su conjunto.
A un dictador tan asesino y cobarde como Pinochet, Videla o Stroessner, traidor, vendepatria, corrupto, cínico y mentiroso, que murió de cáncer de lengua sin haber reconocido sus atroces crímenes ni haber pagado la reparación civil a sus víctimas (incluidos profesores, estudiantes, mujeres y niños), no se le realizan honras fúnebres como jefe de Estado como lo ha decretado Dina Boluarte (otra presidenta de facto y asesina, asociada ilícitamente con el fujimorismo para delinquir), no se le guarda luto ni se lamenta su muerte, salvo por complicidad perversa, por ignorancia supina, por cretinismo, por puro cinismo o por rancia hipocresía.
Fujimori fue el cáncer del Perú, un cáncer maligno y agresivo que hizo metástasis y que sigue por ello carcomiendo el tejido social y pudriendo los pocos órganos sanos que le quedan a una república criolla decadente y terminal, racista y clasista, injusta y excluyente, que necesita con urgencia ser refundada.
Israel Chira
Poeta y docente peruano en el exilio
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