Con Maradona, se cierra un ciclo del fútbol mundial: el ciclo del juego bonito, poético y desinteresado, anterior a la penetración de la lógica comercial en el campo deportivo.
En la primera página de mi novela E-love (Córdoba: Tinta Libre, 2019), he confesado, en clave de ficción, mi admiración por la cultura argentina, con una mención especial a Diego Armando Maradona, admiración "que alcanzó la euforia a la par de los corazones de todos los argentinos que ganaron contra Inglaterra, en el Mundial de México 86, lo que perdieron en la ominosa Guerra de las Malvinas".
Desde hoy, por haberle dado la mayor de las alegrías Diego a su pueblo, en el cielo albiceleste de la Argentina se proyecta unánime su mito y su estrella.
Escribir comentario